sábado, 9 de abril de 2011

QUISIERA




Quisiera hacerte un lazo con estrellas
para salpicarte de plata y de rocíos,
que tu risa se ilumine con la luna
y tu sombra vague rauda por los ríos.

Que tus manos acaricien el ocaso
presurosas con sus ansias y sus bríos,
y te lleven en el aura de la noche
bebiéndote tus sabores y los míos.

Marta Díaz Petenatti-
Agosto 2010

viernes, 1 de abril de 2011

EL CAMINO




Comencé a caminar. El camino estaba plagado de piedras que entumecían mis dedos, pero también bordeado de flores, esas que me regalaban su aroma dulzón haciéndolo placentero.

Llegaba cansada de las pobres metas enfocadas, pero lo importante era llegar, seguir cumpliendo día a día con ellas.

Mas de pronto se bifurcó, otro camino apareció ante mis ojos y me descolocó. No supe cuál era el que debía recorrer.

Decidí sentarme a la vera del mismo a analizar la situación, pero el aroma de las flores, la brisa agradable, el piar de las aves, el verdor de los árboles, confundieron mis instintos y comencé a transitar uno de ellos.

¿Cuál?, no importaba en ese momento, no supe leer las verdaderas señales, me adentré en cualquiera, los dos me parecían iguales.

Pero me equivoqué, ya en la mitad del mismo me di cuenta del error.

¿Qué hacer? ¿Volver? ¿Seguir adelante?

De la decisión a tomar dependía mi paz.

Desandar caminos significaba tiempo perdido, la humillación de la equivocación, el ridículo, el haber perdido, el ego lastimado, herido.

Seguir significaba sufrimientos, humillaciones, una llegada con la cabeza gacha y el corazón contraído, con un cuerpo magullado por los avatares y con el alma despojada de ilusiones, mancillada, contraída.

Difícil y costosa decisión.

Luego de vacilaciones resolví regresar. Desandar lo andado.

Sabía que quedarían heridas en mis pies, pero también que serían menores de las que tendría de haber llegado a esa meta que fue fruto de una oscura realidad que no supe ver por estar escondida detrás de mis ojos y subida a mi soberbia.

Marta Díaz Petenatti- 22-02-2011

domingo, 20 de marzo de 2011

DOLOR




Qué hago con este dolor tan grande que corre con mi sangre inundándome de angustias?

Viaja por mi cuerpo y llega hasta mis ojos donde encuentra la puerta para salir libre e impoluto a mostrarle al mundo el inmenso tormento que me aqueja.

No puedo manejarlo, me mina el alma y el espíritu, me absorbe el sentido haciéndome perder la noción de existencia y realidad.

Es invencible, tiene poder, ímpetu, me domina libre y se pega a mí cual hiedra a la pared. Su personalidad es fuerte y dominante, tiene sabor a sal, huele a vientos cargados de nostalgias.

Su red la va tejiendo libremente para anularme el instinto de estar viva, de conservarme, de preservarme, y en esa tarea obtiene resultados pues me anula, me transforma en daltónica, árida, áspera, débil.

Me hace reconocer a pesar de rasgarme por dentro, que esa debilidad es simplemente este gran amor que me ciega los sentidos. Este amor, único y anhelado, preservado en el tiempo, en mi mente, escondido en mi alma, acurrucado en este corazón que sólo late porque lo sabe dentro de él como pieza única e irreemplazable para su funcionamiento.

Este amor desgarra mi carne para no seguirlo, cierra mi boca para no nombrarlo, quema mis manos para no acariciarlo, cierra mis brazos para no abrazarlo, opaca mis ojos para no verlo, me acoraza el alma para no sentirlo, y cierra el pestillo de mi mente para no pensarlo.

Pero continúa navegando por mi sangre sin poderlo amordazar, y en su mutismo irónico reconozco primitivamente que debo preservarme de él, arrancarlo de mi corazón y de todos los sentidos para seguir viviendo en esta inescrutable realidad imposible de trocar por felicidad.

Marta Díaz Petenatti- 23-08-2010

SALUDO

sALUDAR A TODOS AQUELLOS QUE ME LEAN Y DECIRLES QUE LO QUE ESCRIBO LO HAGO DESDE EL PROPIO CORAZON.
CARIÑOS A TODOS
MAR